FotografÃa facilitada por la PolicÃa Nacional tras la detención de un jóven de 23 años que se embolsó …
Madrid, 20 jul (EFE).- Espiar las conversaciones de Wahtsapp de quien quieras se convirtió en una tentación imposible de resistir para miles de usuarios que picaron en uno de los últimos timos de internet, gracias al cual un joven de 23 años, ahora detenido, se embolsó en solo dos meses 40.000 euros a través de una inexistente aplicación.
Con una "ilegal capacidad emprendedora", el cerebro de la estafa, detenido la semana pasada, ideó desde su casa en Murcia un timo bastante simple pero "muy eficaz", explica a Efe José RodrÃguez, inspector jefe del Grupo Seguridad Lógica de la Brigada de Investigaciones Tecnológicas (BIT) de la PolicÃa Nacional.
Un gancho perfecto, la aplicación de mensajerÃa instantánea para móviles más popular y un no menos atractivo reclamo, interceptar conversaciones de otros gracias a otra supuesta aplicación, eran los ingredientes principales para hacer que la fórmula del engaño le diera al detenido buenos resultados.
Ahora, las vÃctimas tenÃan que picar el anzuelo, que el detenido encontró en las redes sociales, un "océano" de internautas, muchos de ellos seguramente dispuestos a espiar los mensajes privados de móviles de amigos, parejas, jefes en tiempo real y, además, totalmente gratis.
Para que su supuesta aplicación de espionaje tuviera credibilidad en el gran escaparate de una red social, el estafador no dudó en "robar" los perfiles de más de 11.000 usuarios a través de los cuales llegó a enviar más de ocho millones de mensajes publicitando tan revolucionaria herramienta.
Lo hizo creando una web en apariencia muy similar a la original, de forma que cuando los usuarios entraban a través de esta falsa dirección, le proporcionaban el nombre y contraseña de la cuenta que, ya robada, relata el inspector jefe de la PolicÃa, era el medio para enviar mensajes masivos a la lista de contactos y dar difusión a la "novedosa" e inexistente herramienta.
El interesado en el anuncio de la aplicación tan solo tenÃa que seguir unas sencillas instrucciones en una web, que simulaba ser también la de la red social, y donde este usuario también le proporcionaba al detenido sus credenciales.
Desde esa página, el estafador dirigÃa al usuario a otra web donde, en teorÃa, bastaba con pinchar el botón de descarga e introducir, advierte RodrÃguez, su móvil a cambio de obtener un código que activarÃa la deseada aplicación.
Ahà la vÃctima caÃa en la trampa. HabÃa picado en el timo, ya que cuando el internauta introducÃa su número lo que hacÃa era realmente suscribirse como titular de una lÃnea de móvil a un servicio de mensajerÃa Premium.
En definitiva, dice RodrÃguez, abonarse al envÃo de una serie de mensajes cuyo coste oscila entre 1,45 euros y más de 7,20, de los que el detenido se reportaba buena parte de los beneficios por explotar ese servicio de mensajerÃa.
Percatados del engaño y al descubrir que no existÃa ninguna aplicación, muchos de los estafados no han denunciado debido al escaso importe individual del fraude y a que de ser cierto lo que prometÃa el uso de la herramienta descargada serÃa un delito.
A pesar de la ausencia de denuncias de vÃctimas, los rumores de una aplicación que intervenÃa las comunicaciones de whatsapp circulaban por internet, e incluso la red social donde se hackearon miles de cuentas llegó a consultar a la PolicÃa sobre su existencia, que rápidamente comprobó que se trataba de un fraude.
Tras localizar y detener a su "ingeniero" en Murcia, los investigadores no descartan que junto a él hayan participado más personas en la comisión de la estafa, por lo que analizan el ordenador y los cuatro discos duros intervenidos en su domicilio.
Ante la posibilidad de que surjan imitadores o engaños por internet similares, el inspector jefe de la BIT lo tiene claro: "Nadie se debe descargar una aplicación anunciada como estrella que además promete la comisión de un delito".
Si pese a esta recomendación, el usuario sigue en su empeño, la PolicÃa recuerda que internet no solo es un nuevo escenario de fraudes sino que "también existe la letra pequeña".
En este caso, si el internauta hubiera rastreado y leÃdo bien la web hubiera sabido que al introducir su número de móvil autorizaba la suscripción al envÃo de mensajes caros, que fue lo que le costó la curiosidad de poder leer conversaciones privadas ajenas.
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