Algunos triunfaron y dan charlas en universidades. Otros siguen tan pobres como antes. Ni series, ni libros ni pelÃculas
"TodavÃa es difÃcil... la mayorÃa de la gente cree que los mineros están ahà afuera divirtiéndose y ganando mucho dinero. Pero lo que pasamos nos marcará para siempre". Reygadas fue el minero número 17 en salir de la cápsula Fénix, especialmente diseñada para el espectacular rescate en la mina de Copiapó, en el norte de Chile.
Fue una operación que captó la atención del mundo entero y logró una audiencia global de cientos de millones de personas en octubre.
Ida y vuelta todos los dÃas, haciendo malabares para asegurarse que alguno siempre estuviera cerca, para recibir cualquier noticia. La hija de Claudia, RocÃo, de 11 años, no puedo sino lagrimear cuando recuerda a su abuelo bajo tierra.
"Nunca imaginé que podrÃa no volver a verlo", solloza.
Fue su familia la que lo ayudó a superara el calvario, cuenta Reygadas. Y su familia está presente también ahora, ayudándolo a mantener los pies sobre la tierra después de haber sido el foco de atención de los medios de comunicación por dos meses.
Pero a pesar de la demanda internacional, la vida de estos hombres se ha vuelto complicada y, después del prolongado encierro, muchos tienen problemas psicológicos persistentes.
"Nunca puedo dormir antes de las cuatro o cinco de la mañana", dice Reygadas. "Y detesto estar solo, me encuentro con frecuencia llorando".
Está tomando medicamentos que lo ayudan a mantenerse estable y confÃa en los médicos, que dicen mejorará pronto. Pero hasta entonces necesita a su familia cerca siempre que sea posible.
"Hay un gran riesgo de depresión", advierte Adib Merlez, psicólogo en la Universidad del Mar de Copiapó, quien brindará tratamiento a los mineros durante el próximo año, cuando todo se haya calmado.
"Por ahora, algunos de ellos están obsesionados con los medios de comunicación", comenta.
Cita el ejemplo de Franklin Lobos, el minero que integró la selección nacional de fútbol de Chile cuando era joven y llegó a la minerÃa después de un tiempo de trabajar como taxista en Copiapó.
"Él cambió, y no para bien. Antes del accidente yo hablaba con él frecuentemente, pero ahora no tiene tiempo para nosotros", dice Merlez.
El psicólogo cree que en algunos meses las cosas cambiarán. Y él y sus colegas estarán ahà para asistirlos: "Podemos ayudarlos a que bajen a tierra".
A algunos de los 33 hombres ya les tocó enfrentarse a la dura realidad. A pesar de los sueños de incalculables riquezas, su experiencia no se tradujo necesariamente en ingresos concretos.
Inmediatamente después del rescate, el excéntrico millonario Leonardo Farkas le dio a cada uno un cheque por US$10.000. Ese dinero –y la promesa de más por venir– condicionó enormemente a los hombres tan pronto salieron de la mina.
Algunos se enteraron de que su familia habÃa aumentado, con parientes a los que no habÃan visto en años. Y hay historias tristes de peleas familiares como resultado.
Uno de los 33, Claudio Yáñez, se casó con su prometida, Cristina, en los primeros dÃas de diciembre. La propuesta de matrimonio ocurrió cuando él estaba atrapado bajo tierra y, luego del rescate y la estadÃa breve en el hospital, Yáñez desairó a su madre y se fue directo a vivir a la casa de Cristina. Su madre nunca lo perdonó y nadie de su familia fue a la boda.
Pero pese a las numerosas promesas de contratos para realizar libros y pelÃculas, muy pocos de estos hombres han visto algún beneficio.
Carlos Mamani, el único boliviano del grupo, todavÃa vive con su compañera y su bebé en una casita pobre y destartalada en las afueras de Copiapó, sin siquiera agua corriente.
Y la gran mayorÃa sobrevive con pagos hechos por el seguro médico, acordados después del rescate.
Aunque también hay algunas historias de éxito. Edison Peña, el fan declarado de Elvis Presley que corrÃa todos los dÃas varios kilómetros en la mina mientras duró el encierro, participó recientemente en el maratón de Nueva York.
Apareció además en el show de David Letterman en Estados Unidos y estuvo en Italia cantando a dúo por TV con el primer ministro Silvio Berlusconi, a la hora de mayor audiencia.
Otros ganan su dosis de ingresos de manera más discreta. Reygadas, quien a sus 56 años era uno de los mineros de mayor edad, y Mario Sepúlveda, quien ganó fama aún bajo tierra al liderar las filmaciones del refugio, han estado de gira por el paÃs dando charlas de motivación a estudiantes.
"Les contamos cómo hicimos para pasar por ese suplicio: trabajando juntos, estando unidos y con fe en Dios", dice Reygadas.
Hay una sensación de envidia de algunos compañeros hacia ellos, según admiten.
"Están un poco enojados con nosotros por ganar dinero. Y no nos sentimos bien por eso, pero no podemos forzar a los organizadores a invitarnos a todos para dar las charlas", afirma.
"Ellos creen que pueden cobrar dinero por una conversación de cinco minutos por teléfono", dice Omar. Como resultado, los medios se han vuelto reticentes a llamarlos.
Con todo, el interés por la extraordinaria historia de estos hombres continúa. Hay al menos dos pelÃculas en marcha, una de un director chileno y una producción de Hollywood liderada por la productora de Brad Pitt.
En el desfile por el aniversario de la ciudad de Copiapó, a comienzos de diciembre, todavÃa se veÃan las cámaras de los medios internacionales. Y los invitados de honor fueron algunos de "los 33", presentados, uno a uno y con elogios por el alcalde de la ciudad, Maglio Cicardini.
Este funcionario jugó un papel importante durante el rescate y ahora desmiente que los mineros no hayan recibido apoyo sobre cómo tratar con la fama repentina.
"Estamos trabajando con ellos para ayudarlos a volver a la normalidad, y el gobierno les ha ofrecido a todos trabajo", asegura.
El gobierno nacional juntó a la mayorÃa de los 33 en Santiago, en un encuentro de casi todo un dÃa en el que se les ofreció empleo en la minera estatal, Codelco.
También arregló con un estudio de abogados para asistir a los mineros en la tarea de percibir regalÃas por potenciales contratos con Hollywood para la realización de pelÃculas.
Pero algunos parientes sienten que el gobierno los ha abandonado. Liliana RamÃrez es la compañera de toda la vida de Mario Gómez, quien con sus 63 años era el mayor del grupo.
"No puede volver a trabajar porque está mal… psicológicamente está mal, tiene constantes dolores de cabeza y está perdiendo el cabello", le cuenta a la BBC.
Luego de sobrevivir 69 dÃas en las profundidades del desierto en condiciones extremas, todavÃa necesitarán fortaleza para completar la larga transición de regreso a la vida "normal"./
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