Los vaticinaron un Papa, un matemático, los
romanos y multitud de sectas religiosas a lo largo de la historia.
Todos, de momento, erraron en sus profecĂas
Los cuatro jinetes del Apocalipsis, de Viktor M. Vasnetsov
Los profetas del fin del mundo son tan
antiguos como la propia existencia humana. Y casi eterno es también su
constante error de cálculo (aquĂ estamos para corroborarlo). La profecĂa
maya que anuncia el final de los dĂas
llega este viernes, pero no es la primera, ni probablemente será la
última. En ABC.es te hacemos un repaso de los finales del mundo más
llamativos que finalmente no se cumplieron:
Año 389 AC: las águilas de Rómulo
Un mito de la fundaciĂłn de Roma decĂa que doce águilas
revelaron a RĂłmulo cuánto durarĂa la ciudad en el tiempo. En un
principio, la creencia popular pensaba que cada ave representaba 10
años, por lo que la destrucciĂłn total llegarĂa a los 120 años del
nacimiento de la urbe.
Una vez pasada la fecha, la creencia retrasĂł el apocalipsis
hasta el 389 antes de Cristo, debido a otra interpretaciĂłn posterior en
la que se asignaba otro número a cada águila. Pero Roma siguió
adelante.
Año 1284: llega el Anticristo (Inocencio III)
El Papa Inocencio III estaba convencido de que Satán
sobrevendrĂa al mundo 666 años despuĂ©s del ascenso del Islam. El lĂder
religioso escribiĂł: «El final de la bestia se acerca, y su nĂşmero, de
acuerdo con la revelación de San Juan, llegará en 666 años, de los que
ya han pasado 600».
Las declaraciones del Santo Padre hay que contextualizarlas
en una época de cruzadas y en la que el islamismo era una amenaza
constante para Occidente. Nada pasó en 1284, pero siete años más tarde,
en 1291, el sultán Khalik conquistó Israel, arrebatando el lugar a los
cristianos.
Año 1688: fin del mundo neperiano
Hasta los cientĂficos más notables cayeron en la tentaciĂłn
de predecir el fin del mundo. Es el caso del matemático John Napier,
experto calculador y creador de los logaritmos neperianos.
Pese a sus brillantes cuentas, lo que de verdad obsesionaba
a Napier y ocupaba su tiempo era el fin del mundo y las enseñanzas del Apocalipsis.
Basándose en su cronologĂa, vaticinĂł que el apocalipsis llegarĂa en el
año 1688 o en el 1700 en la que consideraba su obra más importante, Descubrimientos de todos los secretos del Apocalipsis de San Juan. Murió en 1617 sin conocer que sus predicciones no se iban a cumplir.
Año 1910: el cometa Halley
El bĂłlido espacial, que visita los alrededores de la Tierra
desde hace cientos de años, fue visto como una amenaza real en 1910,
cuando otro cientĂfico -el astrĂłnomo Camille Flammarion- aventurĂł que
podrĂa «impregnar con gas tĂłxico las atmĂłsfera y acabar con la vida en
la Tierra».
La psicosis fue tal que se vendieron máscaras de gas,
pastillas «anti-cometa» y paraguas especiales para protegerse del
fenĂłmeno. Incluso un grupo religioso de Estados Unidos -Los Seguidores
Sagrados- intentaron sacrificar una virgen para impedir el suceso. Por
supuesto, la estela de gas que dejĂł fue inocua.
Años 1992: La Iglesia del DĂa que se Avecina
Lee Jang Rim fue el creador de una instituciĂłn religiosa
(La Iglesia del DĂa que se Avecina) en la que predicaba a quien quisiera
escucharle que la existencia acabarĂa el 28 de octubre de 1992.
Desafortunadamente para Lee Jang Rim, que contaba con 46
años entonces, el mundo no se acabĂł y, al dĂa siguiente, sus adeptos,
muchos de los cuales habĂan abandonado sus trabajos y a sus familias, le
pidieron cuentas: «Han reclamado a la secta el dinero entregado para
sufragar gastos; ayudas que en su mayor parte proceden de la venta de
propiedades o pertenencias personales», contaba ABC el 3 de noviembre de ese año.
El fundador de la iglesia fue encarcelado inmediatamente y
condenado a dos años de cárcel por estafa, pese a que pidió perdón
pĂşblicamente por el error en su predicciĂłn. Algunas fuentes calculan que
amasĂł hasta cuatro millones de dĂłlares gracias a las donaciones.
1 de enero del año 2000: Uganda
El fin de 1999 todavĂa se recuerda para mal en Uganda,
donde otra «profeta» errática, Credonia Mwerinde, protagonizĂł uno de
los sucesos más macabros atribuidos a los «findelmundistas».
La «sacerdotisa» fundĂł su propia secta, la «RestauraciĂłn de
los Diez Mandamientos de Dios» en 1994. La religiosa, que habĂa
ejercido antes la prostituciĂłn, se aprovechĂł del analfabetismo reinante
en el paĂs africano y de una mezcla de cultos poco ortodoxa para lograr
el ascenso de este movimiento religioso extremadamente radical y que
adoptaba prácticas ilegales y sumamente sádicas, como la de beber la sangre de bebés previamente sacrificados.
Aprovechando la llegada del año 2000, Credonia vaticinó el
dĂa del juicio final para el 1 de enero. Pero el desánimo cundiĂł entre
sus seguidores al ver que, pasada la fecha, la vida seguĂa su curso
habitual. Sin embargo, muchos de ellos siguieron a su lĂder durante
semanas.
El Ăşltimo acto de esta iglesia fue la reuniĂłn en la
localidad de Kampala, donde supuestamente tendrĂa lugar una apariciĂłn de
la Virgen MarĂa. Centenares de fanáticos se juntaron en una iglesia
para disfrutar de esta experiencia mariana, pero lo que en realidad
ocurriĂł fue una matanza descomunal: los lĂderes de la secta cerraron
puertas y ventanas y rociaron con gasolina y ácido a las más de 500 personas allà congregadas.
Luego desaparecieron. Posteriormente se conocieron otras matanzas que
elevaron la cifra de asesinados en la secta a más de un millar.
Años 2011: el penúltimo fin del mundo
«Un gran terremoto sacudirá la
tierra. Las tumbas se abrirán y los restos de las personas que murieron
como verdaderos creyentes resucitarán e irán al cielo. Los cuerpos de
los que no se salvarán serán lanzados sobre estiércol y arena, y sus
restos serán comidos por los gusanos y los animales».
Este lĂşgubre augurio vino de la mano de Harold Camping,
un «profeta» cristiano que creĂa que el apocalipsis llegarĂa el 21 de
octubre y que meses antes habĂa anunciado tambiĂ©n que el mundo acabarĂa
el 21 de mayo. Tras pasar la fecha, el norteamericano dijo «no haber
entendido bien» el mensaje de Dios y siguiĂł predicando su particular
visiĂłn de la religiĂłn como si nada.
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