La mítica sonda Voyager 1, el objeto de fabricación humana que más lejos se encuentra de la Tierra, sigue 36 años después de su lanzamiento, asombrando y aportando valiosísima información a los estudiosos del Sistema Solar. Situada a 120 unidades astronómicas (1 u.a. equivale a la distancia que separa el Sol de la Tierra), sabíamos que la Voyager 1 se encontraba llegando al límite de nuestro Sistema Solar, y los científicos tenían una noción de cómo debería ser esa región, pero sus últimas mediciones les ha dejado perplejos.
Recientemente publicado el 27 de junio en la revista Science, un estudio dirigido por Stamatios Krimigis de la Universidad John Hopkins revela esta estupefacción. El propio Krimigis reconoce: "Los modelos que usábamos para predecir lo que ocurriría [cuando la Voyager 1 abandonase el Sistema Solar] han resultado ser totalmente incorrectos. En esencia, no contamos con un mapa de ruta confiable sobre lo que nos espera llegados a este punto".
Básicamente, los astrónomos creían que abandonada la zona de influencia del sol, allá donde la radiación dominante es el viento solar, compuesto por partículas con carga lanzadas a velocidades supersónicas desde el Sol, y que actúa como escudo contra las radiaciones que se dan en el medio interestelar (por ejemplo los poderosos rayos cósmicos), la Voyager 1 percibiría un descenso paulatino en la velocidad de las partículas que componen el viento solar.
La Voyager comenzó a adentrarse en el límite del viento solar allá en 2003, y en efecto los instrumentos comenzaron a detectar que las partículas a su alrededor comenzaban a moverse a velocidades subsónicas. Pero luego, hace aproximadamente un año, ese descenso paulatino se hizo brusco, y en cuestión de días se hizo el silencio alrededor de la veterana sonda. De hecho, sus instrumentos indicaban que el viento solar se había reducido en un factor de 1000, hasta hacersevirtualmente indetectable.
En ese momento, como cabía esperar, las mediciones de rayos cósmicos comenzaron a incrementarse de forma notable. Es como si la Voyager 1 se hubiese liberado de la influencia del Sol. Pero si eso es lo que cabía esperar... ¿Por qué los científicos parecen perplejos y hablan de la llegada de la Voyager a una extraña y desconocida región del espacio?
Bien, lo inesperado viene del sentido desde el que llegan los rayos cósmicos del medio interestelar. Se supone que si la nave ya está fuera del manto protector del viento solar (heliosfera), esas partículas provenientes de fuera de nuestro sistema estelar deberían llegar desde todas las direcciones a la vez, pero parece ser que no está sucediendo así, ya que llegan preferentemente desde una única dirección.
Nadie parece explicarse lo que sucede. Como cuenta en Wired el astrónomo Merav Opher de la Universidad de Boston: "en cierto sentido es como si hubiésemos tocado el medio interestelar, mientras aún estamos dentro de la casa de nuestro Sol".
Pero para que la analogía resulte más exacta podríamos decir que no hemos salido de la casa del Sol, sino que nos encontramos en el vestíbulo, y que los rayos del exterior (que nos bañarían desde todos las direcciones si estuviéramos en el jardín) llegan simplemente a través de la puerta abierta.
¿Qué es esa puerta? ¿Por qué la radiación del espacio profundo llega solo desde esa dirección? Interesantísimas preguntas para las que los físicos de momento no encuentran respuestas.
Tal vez la vieja Voyager 1 nos ayude a encontrar explicaciones a medida que se aleja más y más de sus creadores, adentrándose en lo desconocido.
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