TELESCOPE, Granada— El antiguo camino costero de
este pueblo de pescadores en el este de Granada pasa a escasos metros de
turbias aguas saladas, que a menudo rebasan una barrera improvisada de
neumáticos de camión y madera flotante con la que los lugareños tratan
de contener el avance del océano Atlántico.-
Para Desmond Augustin y otros pescadores que viven en la costa de
esta isla del sur del Caribe, la subida del nivel del mar no es una
teoría distante.
"El mar se va a llevar todo esto", dijo Augustin, parado junto a una
de tantas palmeras arrancadas de raíz que abundan en esta zona costera
de casas con techo de estaño construidas sobre pilotes. "No hay mucho
que podamos hacer, excepto adentrarnos más en tierra firme".
Los habitantes de esta región del este de Granada han visto cómo el
mar se ha ido comiendo la costa en las últimas décadas, consecuencia de
prácticas destructivas como la extracción de arena para la construcción y
de feroces tormentas agravadas por el cambio del clima, según
investigadores de la organización estadounidense Nature Conservancy, que
ayudó a los granadinos a evaluar la magnitud de la erosión de la costa.
Decenas de familias están considerando la posibilidad de mudarse a
departamentos construidos en una loma a diez minutos caminando de la
costa, una perspectiva difícil de digerir para gente que ha residido
toda su vida en la playa y que no concibe otra forma de vida.
Si los pronósticos sobre el cambio climático se hacen realidad,
científicos y una creciente cantidad de funcionarios oficiales temen que
esta faja de tierra de Granada ofrezca un adelanto de lo que le espera a
otras zonas del Caribe, donde el 70% de la población vive en regiones
costeras.
De hecho, un informe del 2007 de la Comisión Intergubernamental sobre
Cambio de Clima, que ganó el Premio Nobel, dijo que la devastación
sufrida por Granada durante el paso del huracán Iván en el 2004 "ilustra
vívidamente la realidad de la vulnerabilidad de las islas pequeñas". El
huracán mató a 28 personas y causó destrozos por el doble del producto
interno bruto, dañando el 90% de las viviendas y de los hoteles
y debilitando una economía que había estado creciendo casi un 6% al
año, según el informe de los expertos en cuestiones climáticas.
Las tormentas y la erosión de las playas no son nada nuevo, pero los
expertos dicen que la crecida del nivel de los mares y tormentas más
fuertes pueden transformar dramáticamente las costas en las próximas
décadas, generando grandes costos sociales y económicos. El Caribe, con
su dependencia del turismo, es considerado una de las regiones más
vulnerables del mundo.
"Es una amenaza enorme a las economías de estas islas", sostuvo Owen
Day, biólogo marino del Caribsave Partnership, una organización sin
fines de lucro basada en Barbados que está a la cabeza de los esfuerzos
por hacer frente al cambio climático. "Diría que las regiones costeras
van a verse muy afectadas en los próximos 50 a 100 años".
Los científicos y modelos de computadora calculan que el nivel de los
mares podría subir hasta un metro (3,3 pies) de aquí al 2100, a medida
que un clima más cálido expande las aguas y derrite las capas de hielo
de Groenlandia y la Antártica. El nivel de los mares ha subido un
promedio de 3 centímetros por década desde 1993, de acuerdo con muchos
científicos, y el efecto de esto puede ser más grave según la topografía
y otros factores.
En las 15 naciones que conforman la Comunidad Caribeña, esto podría
forzar el desplazamiento de 110.000 personas y la pérdida de unos 150
complejos turísticos, según un análisis que Caribsave preparó para el
Programa de Desarrollo de las Naciones unidas y otras organizaciones. Se
cree que 21 de 64 aeropuertos de la región podrían verse inundados.
En la región oriental de Granada residentes en zonas costeras
degradadas que alguna vez estuvieron protegidas por mangles dicen que
fluctuaciones más pronunciadas de las mareas han generado olas
inusualmente altas que hacen que el agua del mar suba río arriba. Los
agricultores se quejan de que sus cosechas se arruinan por la presencia
de agua salada.
Adrian George es uno de los residentes de la costa que piensa mudarse
a un complejo de departamentos en el interior de la isla construido por
el gobierno chino tras la devastación causada por Iván.
"Me voy a las colinas", dijo George en el pueblo de Soubise, que
frecuentemente se ve inundado por agua marina y desechos traídos por las
mareas altas. "Las olas están cada día más carca y un día van a barrer
con todo".
En la vecina Barbados, que es más pudiente, construyeron un malecón
de un kilómetro y un paseo para proteger la costa. En la mayoría de los
casos, el dinero que llega del exterior es para costear la restauración
de barreras naturales como mangles y césped y árboles de raíces
profundas, como la uva de mar. Algunos dicen que es la forma más barata y
efectiva de combatir la crecida del mar.
A largo plazo, no obstante, "necesitamos desplazar nuestros centros
de población, infraestructura, etc, lejos de las zonas que van a ser
vulnerables a las crecidas de los mares", declaró Anthony Clayton,
experto en cambio climático y director de un instituto de
sustentabilidad de la Universidad de las Indias Occidentales.
El cambio climático afectaría no solo las zonas costeras sino también la agricultura y la disponibilidad de agua potable.
"Ya están bastante duras las cosas", expresó Allison Charles,
campesina de Telescope. "Nuestras plantas son quemadas por el agua
salada que traen los ríos. No quiero imaginarme lo que va a pasar en el
futuro".
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