Eran sus hijas las que la lavaban, le
daban de comer y se preocupan por ella. Murió después de que los médicos
le dieran un año de vida. El equipo médico había estado esperando que
adelgazara un poco para hacerle uno operación de reducción de estómago
que pudiera salvarle la vida.
El doctor Oscar Hernandez, del Southern Bariatric Center de Miami, explica en el documental que “se fue comiendo. No fue un desliz, sino un sistemático asesinato de su programa de pérdida de peso”.
En el documental “Madre de 600
libras de peso: Carrera contra el tiempo”, aparece el doctor Hernandez
visitando a Lanoise y advirtiéndole de que “vas a morir en esta cama;
esta cama es tu ataúd”, informa el Dailymail.co.uk.
El doctor Jorge Rabaza, cirujano
encargado de operarla para salvarle la vida, estaba de acuerdo en que
operarla en ese momento podía ser muy arriesgado. “Me gustaría ser
sensato con estos números. Dominique pesa 283 kilos. No voy a hacer la
operación”, indica en el documental. “Hay un alto índice de
mortalidad para pacientes con obesidad mórbida, porque se le forman
coágulos sanguíneos en las piernas y pueden subir a los pulmones. Un
coágulo de sangre grande puede matar a un paciente de forma instantánea”, observa. Indica que el objetivo era reducir el estómago de Dominique en un 90 por ciento. Pero antes, tenía que adelgazar.
Dominique estaba llegando a su peso
objetivo, pero en el documental explica que “a veces tengo hambre”. Sus
hijas tenían sentimientos encontrados acerca de la cirugía y algunas
estaban preocupadas por los riesgos, aunque todas querían verla caminar
otra vez.
Una de sus hijas señalaba: “Cuando me
dijeron el peso, estaba muy sorprendida y muy enfadada. Pensé que estaba
mal pero lo repitieron una y otra vez y era correcto”.
Dominique, que nació en Haití, empezó a
ganar peso con 16 años, tras el nacimiento de su primera hija, Witelane.
“Solía ser delgada, pero después de tener a mi primer bebé empecé a
engordar”, explica en una entrevista. Cuando su peso sobrepasó los 270
kilos, empezó a pasar los días sentada en su cama envuelta en sábanas ya
que no encontraba ropa que le valiera.
Su caso captó la atención de los
medios de comunicación en 2010 cuando tuvo que quedarse en Haití tres
meses tras el terremoto ya que era demasiado pesada para las aerolíneas
comerciales. Tuvo que regresar en un avión militar de carga de EEUU.
A pesar de que los doctores le
ordenaron que comiera menos, continuó comiendo sus platos haitianos
favoritos y rociándolos con polvo supresor del apetito, pensando
erróneamente que contrarrestaría las calorías. Al no poder reducir el
peso, no se le pudo realizar la operación y, finalmente, murió.
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