La historia se
remonta al 27 de mayo, cuando Toakai decidió viajar con su hermano desde la
capital de Kiribati, Tarawa, a Maiana, isla natal de ambos, en su barco.
Durante el viaje, decidieron pescar, sin embargo se quedaron dormidos y al
despertar estaban perdidos en mitad del océano, sin gasolina y con escasez de
agua.
“Teníamos comida,
pero el problema es que no teníamos nada para beber”, relató Toakai a la
agencia de noticias France Presse.
Falaile, su
hermano de 52 años, falleció el 4 de julio de deshidratación. Esa noche, durmió
junto a su cadáver, “como en un funeral” y a la mañana siguiente le dio
entierro en el mar.
Sobre su casi
milagrosa supervivencia, Toakai dio más detalles tras ser rescatado. Contó que
la noche en la que Falaile murió, él rezó y en los días siguientes pudo llenar
dos contenedores de cinco galones de agua gracias a varias tormentas que se produjeron.
Los días seguían
pasando y el hombre se alimentaba de peces y se protegía del abrasador sol
acurrucado en una pequeña parcela del bote.
Hasta que el 11
de septiembre un tiburón le despertó, rodeando el casco de la embarcación y
golpeando contra el casco de la nave. “Estaba guiándome a un barco de pesca”,
relató Toakai. “Miré hacia arriba y allí estaba la popa de un barco y pude ver
a la tripulación con los prismáticos mirándome”.
Sus rescatadores
le dieron comida y bebida y tras pescar unos días más, le dejaron en tierra
firme, tras haber pasado 106 días perdido en alta mar. Toakai, en buen estado
de salud reveló que “nunca volvería a montar en barco”
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