La OIM estima en 2.5 millones a los haitianos del exterior y la ONU en 1.2 millones, según Obmica
“Para la gran mayoría de haitianos regularizados, queda como una incógnitav su verdadero acceso a derechos que se derivan de su nuevo estatus”, afirma Bridget Wooding.
República Dominicana tenía 1.3 millones de migrantes dispersos en Estados Unidos, España, Puerto Rico y otras naciones para el año 2015, pero, al mismo tiempo, contaba en su territorio con más de 329 mil haitianos, según cifras del Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de Naciones Unidas (Undesa) que ofrecen una idea sobre las características de los flujos migratorios en la región.
La presencia de haitianos, en su mayoría indocumentados, mantiene a República Dominicana como el segundo destino de una población expulsada de su territorio por la pobreza y el deterioro ambiental, los efectos de desastres naturales, como el terremoto de enero de 2010 o los huracanes y tormentas que afectan la isla de Santo Domingo, y una inestabilidad política imperante durante décadas.
Los datos de Undesa, recogidos en el informe “Estado de las migraciones que atañen a República Dominicana 2015”, del Centro para la Observación Migratoria y el Desarrollo Social en el Caribe (Obmica), si bien son conservadores, ayudan a “apreciar la magnitud de este flujo migratorio”, advierte la investigadora Adriana Salcedo.
El número de migrantes haitianos en 2015 era de 1,195,240, de los cuales 604,004 radican en Estados Unidos y 329,281 en República Dominicana.
El sector construcción se apoya en mano de obra haitiana.
Salcedo recuerda, sin embargo, que reportes menos conservadores de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) refieren que la diáspora del vecino Haití supera los 2.5 millones de personas, de las que 907,790 viven en Estados Unidos y 668,145 en República Dominicana. Cuba tendría entre 300 mil y 500 mil; Canadá, 148,748; los territorios franceses de ultramar, 150,000; Francia, 62,698; las Bahamas, 39,144, y Brasil, 17,000.
“Las condiciones de pobreza y de privación extrema existentes en Haití por décadas y que se vieron agudizadas después del terremoto que azotó el país en enero de 2010 cuentan entre los principales factores que motivarían la salida de personas desde este país”, reflexiona.
Después del sismo Brasil, que vivía bajo un clima económico más estable antes de los escándalos de corrupción que desencadenaron en el fin del mandato presidencial de Dilma Rousseff, entró en la lista de los destinos que atraen a inmigrantes haitianos.
La diáspora funge como un brazo importante para el sostén de la economía de la empobrecida nación. En 2015 Haití recibió US$2,196 millones en remesas, lo que representó un 24.7% de su producto interno bruto (PIB), según cifras del Banco Mundial (BM).
Ese año, de acuerdo al BM, los migrantes asentados en el vecino territorio enviaron al exterior un total de US$247 millones.
Edwin Paraison, excónsul general de Haití en República Dominicana y presidente de la Fundación Sile, plantea que alrededor de un 13% de las remesas que entran a su país provienen de República Dominicana.

Aunque una parte de las remesas enviadas hacia Haití desde República Dominicana se hace de manera directa, a través de redes de apoyo tejidas entre los propios inmigrantes o por mediación de personas que ofrecen el servicio a cambio de algún pago, Ernest Oriut se auxilia de una empresa conocida para hacer llegar recursos con cierta regularidad a la madre de su niña en Montrouis, a unos 66 kilómetros de la capital Puerto Príncipe.
Oriut explica que cuando envía RD$1,000 la misma agencia se los cambia por US$22 y entrega a la madre de su hija unos 1,350 gourdes. Por la transacción paga un total de RD$117.
Un puente al mundo
Los haitianos, al igual que otros migrantes, utilizan a República Dominicana como puente para irse a otros países como Brasil, Chile o Estados Unidos.
Entre el 16 agosto de 2016 y el 2 de febrero de este año, la Armada de República Dominicana detuvo a 748 personas en viajes en yolas hacia la vecina isla de Puerto Rico, incluyendo a 39 haitianos. Los otros extranjeros apresados eran 106 cubanos (que siguen siendo los que con mayor frecuencia usan el territorio nacional en su ruta a Estados Unidos), 26 hindúes, 3 colombianos y un pakistaní.
Los migrantes que salen de República Dominicana son los que tienen la posibilidad de gestionar documentos y pasaportes en su país y, además, cuentan con la ayuda de familiares de la diáspora.
Silvia vivió varios años en República Dominicana. A finales de diciembre pasado se marchó a Chile. Cuenta que invirtió unos US$2,000 con el auxilio de una hermana que le precedió en la ruta. La mujer, de unos 25 años de edad, tiene el propósito de llevarse hacia Suramérica a sus dos niñas, una que reside con su padre en Santo Domingo y otra en Puerto Príncipe con sus abuelos.
Miles de los haitianos que quedan en territorio dominicano ahora buscan regularizar su estatus legal. Amparada en la Ley General de Migración (No. 285/04, del 15 de agosto de 2004) y una sentencia dictada por la Suprema Corte de Justicia el 15 de agosto de 2004, la Junta Central Electoral (JCE) emitió, el 18 de abril de 2007, la Resolución No.02/2007 que pone en vigencia un libro de extranjería.
A raíz de la medida el organismos desencadenó serios cuestionamientos porque empezó a negar duplicados de actas de nacimiento a hijos de migrantes que estaban asentados en el Registro Civil. La situación se agravó cuando la sentencia 168-13 del Tribunal Constitucional terminó de desconocer la nacionalidad a hijos de inmigrantes que ya tenían ese derecho.
Los migrantes haitianos trabajan en la construcción, la agropecuaria, el turismo y otras actividades.
En medio de una andanada de críticas de organismos de Derechos Humanos nacionales e internacionales, la gestión del presidente Danilo Medina impulsó, buscando una salida, la aprobación en el Congreso Nacional de una ley de naturalización para dominicanos de ascendencia haitiana y, al mismo tiempo, dispuso la implementación del Plan de Regularización de Extranjeros.
A través del plan, el Estado ya otorgó 249,947 residencias de carácter temporal por dos o un año, de las que 244,368 benefician a inmigrantes haitianos (97.8%), según datos del Ministerio de Interior y Policía, dependencia que lo ejecuta.
Regularización
“Las políticas migratorias están en plena evolución hacia una regulación de la inmigración haitiana que, durante muchas décadas, estuvo sin regulación alguna, después de la caída de la dictadura de Duvalier a mediados de los años 80 del siglo pasado”, destaca Bridget Wooding, de Obmica.
“Se supone que un proceso de regularización debe de haber antecedido la adopción de la Ley de migración en 2004 pero fue apenas una década más tarde, a fines de 2013, que el presidente Danilo Medina se lo ha decretado”, dice.
“Es demasiado temprano para opinar sobre los resultados de esta primera etapa del proceso. Sin embargo, se destaca una serie de logros. Es la primera vez que se lleva a cabo un proceso en el país, tomando en cuenta que es el único país en las méricas con una cantidad significativa de inmigrantes irregulares que nunca ha pasado por este proceso”.
Más de un siglo en suelo de RD
La diáspora haitiana empezó a llegar a República Dominicana hace más de cien años. El periodista Pastor Vásquez Frías, miembro de la delegación diplomática de República Dominicana en Puerto Príncipe, aborda la historia con detalles en su libro “¡Éxodo! Un siglo de migración haitiana hacia República Dominicana”.
Vázquez Frías recuerda, citando a varios autores dominicanos y haitianos, que una importante ola migratoria empieza en 1952 con la contratación de jornaleros para los ingenios azucareros, amparada en un acuerdo firmado entre el presidente Paul Eugenio Magloire y el dictador Rafael Leónidas Trujillo Molina.
En 1937 la dictadura había tratado de frenar la migración con la matanza de haitianos que impulsó desde la frontera y que costó la vida a miles de migrantes (los historiadores no se ponen de acuerdo en el número de víctimas).
Vásquez Frías apunta que el 28 de julio de 1915 el almirante William Banks Caperton arriba a Puerto Príncipe a bordo del vapor Washington y ocupó Haití a nombre del gobierno de Estados Unidos. El hecho se produjo en medio de un clima de inestabilidad política en el vecino país.
El médico Rosalvo Bobo había encabezado una revuelta contra el presidente Vilbrun Guillaume Sam, con el apoyo de Desiderio Arias, entonces ministro de Guerra de República Dominicana.
Vilbrun Guillaume Sam se refugia en la embajada de Francia, y autoriza al jefe de la Policía, general Charles Oscar Entienne, a “tomar todas las previsiones de lugar”. El oficial asesinó a los presos políticos, incluyendo al expresidente Oreste Zamor.
La indignación creció y una turba entró a la embajada de Francia y asesinó al Vilbrun Guillaume Sam con toda su familia. Luego persigue a Oscar Etienne y lo quema con petróleo.
Vásquez Frías cuenta que en este contexto político el gobierno de Estados Unidos ocupá Haití y desempolva “Les Corvée”, una vieja ley que obligaba a los habitantes del vecino país destinar seis días de trabajo gratis al Estado para la construcción de carreteras, la cual enumera entre las razones que impulsaron la emigración.
Cita autores como Frank Marino Hernández y, en ese contexto, señala que el censo de 1920 registraba 28,258 haitianos en República Dominicana; 52,652 el de 1935 y el de 1950, que se hace 13 años después de la matanza de inmigrantes de 1937, un total de 18,772.
Para 1960 el censo estableció 29,350 haitianos. “Sin embargo, estos datos al parecer sólo se referían a los haitianos que residían legalmente, la mayoría de los cuales estaban en las zonas rurales, sobre todo en los enclaves azucareros”, dice el autor de la investigación publicada por Editorial Santuario en 2013.
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