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¿Salas de cine donde se puede textear sin restricción?

¿Le gusta ir al cine con familia o amigos para ver las películas del momento pero, al mismo tiempo, no puede desconectarse del celular, de los mensajes SMS, del post de Facebook, WhatsApp, Twitter, Snapchat o cualquier red social que se cruce en su camino cibernético?

Para esos ‘texteadores’ impenitentes, en Estados Unidos pronto podría existir una opción para evitar ser el blanco de reproches de indignados cinéfilos hartos de soportar pantallitas iluminadas y dedos moviéndose a toda velocidad en el asiento de al lado.

Y no se trata de un ejercicio zen para soportar la abstinencia internética, ni de un nuevo app capaz de realizar las ansiadas funciones comunicativas de forma internalizada o clandestina. Se trata, simplemente, de ir a la sala de cine y poder, al tiempo que se ve la película y se comen palomitas, textear, chatear, tuitear, postear y demás desde su teléfono o tableta sin que eso sea mal visto, restringido o suscite molestias.
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Usar el celular o la tableta durante la proyección de una película es mal visto en general y está restringido, pero muchos lo ansían con intensidad. (Quartz)

Ese paraíso de los cinéfilos con hiperactividad internética podría ser una realidad luego de que el nuevo presidente de la cadena de salas de cine AMC Entertainment (la más grande del mundo tras adquirir a su rival Carmike) deslizó su idea de abrir salas donde el uso de teléfonos inteligentes y otros dispositivos móviles durante la proyección de la película esté no solo permitido, sino incluso promovido como uno de sus atractivos principales.

AMC por lo pronto tiene más de 300 ubicaciones en Estados Unidos y recibe al año a unos 200 millones de cinéfilos.

Así, como relató la revista Variety, Adam Aron, el líder de AMC Entertainment, está dispuesto a potenciar las experiencias de los clientes para que decidan acudir a la sala de cine, y no se queden en casa (donde quizá nadie los molesta ni ellos molestan a nadie por usar sus aparatos digitales) dedicando su tiempo y dinero a otras opciones de entretenimiento o incluso a modelos que llevarían películas de estreno a los hogares al mismo tiempo que estas debutan en las salas de cine, como el proyecto Screening Room de Sean Parker (cofundador de Napster).

Por lo pronto, para las cadenas de teatros cinematográficos, antes que llevar el estreno de la semana a la pantalla de la casa de un usuario sería mejor y más redituable permitir que el usuario lleve su pantalla a la sala de cine, y disfrute de ambas experiencias simultáneamente tanto como quiera, sobre todo en el caso de los clientes más jóvenes.Según Aron, decirle a alguien de 22 años que “apague su celular para no arruinar la película” es como decirle que se corte un brazo. Para ellos se ofrecerían salas de cine ‘texting friendly’, donde se podrá dar rienda suelta a la comunicación digital mientras se mira una película.

Los críticos de ese posible experimento señalan que, en el fondo, una oferta así es como dispararse en un pie, pues una persona que se dedica a usar su celular o su tableta durante la exhibición de la película probablemente no le prestará mucha atención a esta y, posiblemente, a la larga acabe desentendiéndose de ir al cine para concentrarse en sus intereses de contenido y entretenimiento online.



Claro está, ese argumento parte de la idea de que para ver una película u algún otro espectáculo el espectador debe estar callado y concentrado en lo que se le presenta, lo que no necesariamente es cierto.

Durante un juego deportivo, por ejemplo, la gente habla, come, bebe, textea y no existe la noción de que en el estadio deben apagarse los dispositivos para no arruinar el espectáculo atlético, que por lo demás es ciertamente diferente a una película.
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Las salas de espectáculos -teatro, música, ópera, cine- han sido siempre lugares de socialización, algo que hoy tiene un componente digital. (AP)

Y aunque podría afirmarse que seguir la narrativa de un filme requiere más atención que seguir la acción de un partido, que tiene sus pausas y no tiene una linealidad argumental que atender o apreciar, hubo épocas en las que en la ópera, por ejemplo, cantantes y orquestas interpretaban mientras en la tribuna el espectador hablaba, comía, bebía, coqueteaba e intrigaba abiertamente. Eso no necesariamente lograba o impedía que se le prestara más atención a lo que pasaba y sonaba en escena, pero ciertamente era lo que sucedía con frecuencia en esos grandes espectáculos.

Claro está, esas son costumbres de otra época que hoy son vistas como faltas de toda ‘etiqueta’ cultural, al menos en ámbitos del teatro y la música clásica a escala general. En el cine comer, beber o ligar han sido parte de las actividades sociales casi desde que surgieron las películas, a las que, por qué no, podría añadirse la posibilidad de ejercitar a gusto la comunicación internética.

Eso, como el propio Aron comentó en Twitter, asegurando que todos los clientes se sientan confortables y que los espacios ‘texting friendly’ no interfieran con los que frecuentan las personas que no quieren distracciones de esa naturaleza mientras disfrutan su película.

Sea como sea, esa opción aún no existe y de comenzar sería presumiblemente como un experimento acotado, no como algo que se implante súbitamente de modo generalizado en las salas de cine de esa u otras cadenas. 

Y, en realidad, como indica Variety, ideas de ese tipo no fueron bien recibidas cuando fueron planteadas por el directivo de otra cadena, Regal Entertainment, y en algún momento ciertos teatros se plantearon una opción inversa, como dar incentivos para que los jóvenes o los ‘textadictos’ se abstengan de usar sus aparatos mientras ven la película.

Habrá que esperar a que el esquema se pruebe para medir su aceptación y su éxito, posiblemente midiendo el número de tuits o selfies celebratorios enviados durante su estreno, o de los que envíen los suyos para denostarlo

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