En
2007, Gemma Sheridan y dos de sus amigos decidieron emprender una
aventura, navegarían deLiverpool, su ciudad natal, hacia el Canal de
Panamá y luego a Hawái.
Al
principio el viaje se llevó a cabo sin contratiempos, pero luego de
cruzar el Canal de Panamá, la naturaleza hizo de las suyas. Una tormenta
atrapó la embarcación en que los tres amigos viajaban, dos de ellos
cayeron por la borda y murieron, Gemma sobrevivió.
Durante
17 días, Gemma estuvo a la deriva hasta que fue alcanzada por otra
tormenta en medio delOcéano Pacífico. La fuerza del fenómeno natural la
dejó inconsciente, finalmente despertó en una inhóspita playa, rodeada
por los escombros de su barco. Se trataba de una isla desierta.
Gemma
cuenta que en cuanto se despertó y se percató que había naufragado,
comenzó a pensar en sobrevivir a como diera lugar. Lo primero que hizo
fue buscar una fuente de agua potable, pues las provisiones se habían
perdido. Además de los cocos, su única fuente de agua fue una roca, que
le proporcionaba una gota cada 50 segundos. Esto cambió para bien el día
que llovió (después de sus primeras dos semanas en la isla), entonces
pudo almacenar el líquido vital.
Durante
dos semanas, Gemma vivió en un refugió construido con los escombros de
la embarcación donde viajaba, luego encontró un árbol bastante grande y
pensó que sería un buen “hogar” provisional. Debió “rascar” la corteza
del árbol durante 11 días para tener lista una especie de cueva donde
podría vivir. Gemma reflexiona que de haber tenido alguna herramienta,
como un machete, el refugio habría estado listo en unas cuantas horas,
sin embargo hizo todo el trabajo con la concha de una almeja gigante.
Luego de un mes logró prender una fogata. “No saben lo feliz que me hizo lograrlo”, confiesa Gemma.
La
mujer comenzó a explorar la isla con la idea de conseguir alimento y
buscar algún habitante o signos de vida humana. Lo que encontró fue un
grupo de cabras salvajes, dos adultos y 3 crías. Intentó cazarlas pero
no tuvo éxito, siempre escapaban.
Luego
fabricó una lanza y un arco con flechas, ninguna de las ideas dio
resultado. También intentó construir una trampa, como las que había
visto hacer por otros aventureros en varias películas, pero otra vez
fracasó.
Un
día Gemma caminaba por la isla buscando cangrejos, entonces vio que una
de las cabras se había atorado con sus cuernos en las ramas de un árbol
del que comía las hojas; su instinto la hizo actuar como jamás habría
pensado, tomó al animal del cuello e intentó romper su traquea; la cruel
maniobra no logró matar a la cabra así que aceleró su final golpeándola
con una concha.
Así
pasaron los años, Gemma cuenta que intentó mantener su condición física
ejercitándose en la playa; hacía sentadillas y todo tipo de flexiones,
además caminaba mucho. Llegó a darse cuenta que cada vez se hacía más
fuerte.
Pero
lo más difícil era afrontar la soledad. Su mente le jugaba malas
pasadas, pasando de la tranquilidad a la incertidumbre, desesperación y
pensamientos suicidas, era deprimente. “Cuando empiezas a hablar contigo
misma es una señal de que las cosas no van bien”, puntualiza Gemma.
Gemma
hizo un enorme “letrero” en la arena con la señal de socorro
internacional “S.O.S.”, medía unos 10 metros de ancho y tenía el
objetivo de ser visto por un avión desde las alturas, algo que nunca
pasó durante esos 7 largos años, nunca ni una sola avioneta cruzó el
cielo de ese recóndito lugar.
El final feliz
“Una
mañana me despertó el sonido del vuelo de un avión”, cuenta emocionada
Gemma, el avión volaba inusualmente bajo. “No lo podía creer. Pensé que
era un sueño”, recuerda.
“Corrí a la playa gritando y agitando los brazos como loca, la avioneta dio un par de vueltas y luego dejó caer un paquete”.
En
el paquete había agua potable, comida, un botiquín y una radio
portátil. Gemma encendió el aparato y por primera vez luego de muchos
años, escuchó otra voz humana. Luego de una larga y emotiva charla,
Gemma preguntó “¿Cómo me encontraron?”, sus héroes respondieron:
“Un muchacho de Minnesota encontró tu señal S.O.S. en Google Earth”.
“Yo
ni siquiera sabía lo que era Google Earth, pero ahora estoy eternamente
en deuda con esa herramienta”, confiesa Gemma, cuya historia es digna
de ser compartida.
0 Comentarios