Muy jovencito, en el
malecón del antiguo Samaná, cuando la marea llenaba, veía pequeños
tiburones que, en gran número, se acercaban a la costa en búsqueda de
desperdicios que se arrojaban al mar desde el matadero municipal,
ubicado muy cerca de la playa y del riachuelo que bordeaba el play de
Samaná. En una ocasión se hablaba de un gran tiburón a quien llamaban
Melenkov y se le atribuía tragarse un cayuco y sus ocupantes, sin gran
esfuerzo. La abundancia de ese escualo en la zona era tal que, para la
gripe y el asma, tuve que ingerir grandes cantidades de aceite de
tiburón, mezclado con miel de abejas. Abundaban las albóndigas de
tiburón joven.
Con el tiempo fueron disminuyendo y, por ello, desde el trampolín del
balneario de la Aguada se organizaban apuestas de quien llegara primero
nadando al “distante” Cayo Vigía. En cada partida el suspenso; que
recuerde, nunca un participante, entre los cuales me encontraba en muy
pocas ocasiones, sufrió la embestida de ese peligroso pez, astuto,
rápido y mortífero, aunque mayoritariamente inofensivo. Con el tiempo,
el peligro pasó y las playas de nuestro litoral son hoy muy seguras. Sin
embargo, mucha gente se sorprende y se llena de curiosidad cuando se
habla del “Tiburón de la Bahía”.
Cuando pequeño, en la Era de Trujillo, llegué a pensar que el Tiburón de
la Bahía era un sacerdote de la iglesia católica, no afecto a la
oprobiosa dictadura, hasta que un día, con inocencia juvenil, le
pregunté a mi abuelo Pedro David Ray Williams ¿Palelo, quién es el
Tiburón de la Bahía? El viejo me respondió: la bahía de Samaná tuvo un
tiburón, el General Jimaquén. Recientemente mi madre Ferolina, me
comunicó que doña Lula Castillo, descendiente de Jimaquén, me dejó en
casa unos artículos y documentos relativos a su ilustre familiar.
El Listín Diario, tribuna de expresión del pueblo dominicano, desde
siempre, recoge proclamas de Ramón Antonio Marcelino (Jimaquén) en
fechas 10 de junio y 14 de septiembre de 1903, y el 29 de agosto de 1904
aparece firmando junto a Joaquín Barba. El General Marcelino en carta
al Listín, desde la cárcel del Homenaje, publicada el 1? de agosto de
1914, anunciaba “haber encontrado solución al intricado
problema-movimiento-perpetuo-mecánico que, durante hace tantos años, ha
mantenido en suspenso, como diríamos, el cerebro aún de los hombres más
avanzados en ciencias y artes”.
En un hecho curioso el Listín Diario
publica, el 14 de enero de 1913, un artículo firmado por R. Leónidas
Trujillo en que, refiriéndose a Ramón Marcelino (Jimaquén), señala:
“Nació este prestigioso soldado del derecho, allá, en la pintoresca
ciudad de Santa Bárbara de Samaná, el 7 de diciembre de 1874.
El pabellón de las listas de fuego y las estrellas rutilantes ondeaba
entonces en todo el territorio de la bella península, mientras la
bandera de la cruz se mostraba en viejas y olvidadas estanterías...”
Trujillo agregaba: “Fue padre del general Jimaquén el coronel de la
vieja República, Don Sinencio Marcelino, natural de Santiago de los
Caballeros y de quien habló siempre, con admirable respeto, el soldado
colosal de la Restauración...”.
Jimaquén “Desempeñó sucesivamente
durante la administración del Presidente Jimenes, de quien fue tan buen
amigo como leal teniente, los cargos de Jefe del Resguardo de Sánchez,
Jefe del Puerto de Samaná, Jefe Comunal de Sabana de la Mar y ya era el
candidato popular de las mayorías para la Gobernación de aquella misma
provincia, cuando la desgracia opacó su ideal y le aventó lejos de la
familia y el terruño”.
Jimaquén y Joaquín Barba Siniega se exiliaron en
Turquilan, Grand Turk, después de la capitulación del General Barba, el
21 de marzo de 1904, ante las tropas comandadas por el General Fabio
Fiallo, el poeta y Jefe de Operaciones en Samaná. Trujillo, recordemos
en 1913, dice igualmente de Jimaquén: “Asistió con decisión indecible a
todos los grandes encuentros de la campaña entera de la Desunión, se
perfiló heroicamente en la tragedia del 23 de marzo de 1903 y se destacó
como muy valiente en el ataque dado a Puerto Plata el 2 de enero de
1906”.
En este último combate “perdió la vida el galante espartano
liniero General Demetrio Rodríguez”. Julín Varona, en el Caribe del 8 de
julio de 1957 y el ilustre profesor Gregorio Elías Penzo, en su libro
“Hombres y mujeres notables y benefactores de Samaná” (1493-1910), nos
hablarán del Tiburón de la Bahía en la próxima entrega.
0 Comentarios