Las sondas gemelas GRAIL acabarán empotradas contra una montaña del polo norte de nuestro satélite natural
Trayectoria de las Grail y lugares de patrimonio (en los puntos)
Poco tiempo les queda de «vida» a las sondas gemelas de la misión Gravity Recovery and Interior Laboratory (GRAIL) de la NASA, que este mismo lunes, en cuestión de horas, se estrellarán contra una montaña cerca del polo norte de la Luna.
Las sondas han permitido a los científicos conocer más sobre la
estructura y composición de nuestro satélite natural, pero su bajo nivel
de combustible imposibilitan que sigan en activo. El choque se
producirá sobre las 23.28 (hora peninsular española). Aunque la agencia
espacial seguirá muy atentamente la operación, esta no podrá ser vista
ni retransmitida en imágenes, ya que la zona de impacto estará en sombra
en ese momento.
Lanzadas desde Cabo Cañaveral el 10 de septiembre de 2011, las sondas, bautizadas como Ebb y Flow, recorrieron más de 4 millones de kilómetros hasta ponerse por primera vez en la órbita de la Luna
el 1 de enero de 2012, cautivas de su gravedad a unos 56 kilómetros de
la superficie selenita. Su altitud se redujo a 23 km en la segunda parte
de la misión, que comenzó el pasado 30 de agosto, y hasta han llegado a
situarse a unos pocos kilómetros de los puntos más altos de la Luna.
Las sondas han auscultado la corteza y el núcleo lunar para discernir su estructura. Su mayor éxito es un mapa gravitatorio lunar,
el mejor jamás realizado, que fue dado a conocer por la NASA hace poco.
El mapa ha permitido revelar un gran número de características del
paisaje lunar con gran detalle, lo que permitirá conocer mejor cómo se
formaron los mundos rocosos en el Sistema Solar.
Con 20 segundos de diferencia
La montaña lunar
Las sondas ya están listas para
iniciar su maniobra de descenso controlado. La montaña elegida para el
impacto se encuentra cerca del cráter Goldschmidt.
Ebb, la primera «gemela» en llegar a la Luna, será la primera de
estrellarse. 20 segundos más tarde, Flow hará lo mismo, las dos a una
velocidad de 1,7 km por segundo. El impacto no será absolutamente en
vano. Mientras se dirijan sin remedio a su final, las sondas encenderán
sus motores principales hasta que sus tanques de combustible queden
vacíos. El objetivo es ayudar a los ingenieros a validar modelos de
consumo de combustible que mejoren las predicciones de las necesidades
de misiones futuras.
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