Esto fue en playa grande rio san juan republica dominicana
La moneda de dos maravedíes de vellón (cobre) encontrada entre los restos taínos - foto, Access DR
Río San Juan. En una excavación arqueológica realizada por el Museo del Hombre Dominicano y el Instituto de Investigaciones Antropológicas de la Universidad Autónoma de Santo Domingo, se halló un ejemplar de la primera moneda del Nuevo Mundo, labrada en 1505 y singularmente encontrada en el mismo nivel de excavación de un poblado precolombino, junto a un gran número de piezas (cerámicas, principalmente) taínas de más de 1,000 años de antigüedad.
La investigación es financiada por el proyecto turístico Playa Grande, entre los poblados de Río San Juan y Cabrera (provincia María Trinidad Sánchez, en la Costa Norte),
con el objetivo de obtener información histórica sobre la zona y crear
un museo local con las piezas tainas procedentes de la excavación.
Mientras tanto, las piezas recuperadas han sido entregadas al Museo del Hombre Dominicano.
A principios del siglo XVI – cuenta Adolfo López, arqueólogo asociado del Museo del Hombre y director de la excavación – en la nueva colonia de La Española (antiguo nombre da la isla de Santo Domingo)
había poco dinero circulante, complicándose las transacciones
comerciales. Frente a las quejas de los colonos españoles, el gobernador
Nicolás de Ovando solicitó al rey Fernando de Aragón
que enviase monedas de curso legal. El soberano decidió resolver el
problema de inmediato y, el 15 de abril de 1505, ordenó a la Casa de la Moneda de Sevilla que labrara monedas de plata y de vellón (cobre) para circular en el Nuevo Mundo. Así, en Sevilla, se fabricaron 500 mil piezas de cuatro, dos y un maravedí – la antigua moneda española – que sin dilación fueron enviadas a la colonias de las Indias Occidentales”.
“Esas pueden considerarse verdaderamente las primeras monedas americanas, ya que fueron realizadas con una iconografía diferente de los maravedíes
españoles – para que fuesen las nuevas monedas de las tierras recién
descubiertas. A pesar de que pocos meses antes había fallecido su
esposa, Isabel de Castilla apodada La Católica, rey Fernando quiso continuar honrándola, manteniendo, como en la monedas circulantes en España, su nombre y el anagrama de la pareja real en el anverso; pero modificó el reverso (colocando su real inicial, la F coronada), así convirtiendo esa moneda en un maravedí nuevo, nunca antes acuñado. Hoy en día, son piezas extremadamente raras y por ende valiosas. Pues bien, en pleno estrato arqueológico sellado taíno, encontramos una de esas monedas de dos maravedíes de vellón, bien conservada y legible” – dice el arqueólogo.
Además, se desenterraron dos esqueletos (podrían tener entre 500 a 1,000 años) y varios fragmentos de cerámica española, amuletos mayas y también algunas piezas de bronce y de hierro.
Esos últimos artefactos, junto a la moneda, demuestran que los
habitantes del poblado tuvieron contacto (probablemente también
comercios) con los españoles y que el establecimiento taíno se mantuvo hasta más allá del siglo XVI. La hipótesis está valorada también por otros indicios, pues en los alrededores de Playa Grande se encuentran también varios buques hundidos – el más antiguo del año 1553.
Un
esqueleto fue hallado en posición fetal, conforme a un uso funerario de
los taínos - un rito probablemente conectado con una idea de
renacimiento en la muerte
Otro aspecto interesante es el hallazgo de diferentes tipos cerámicas (fechados entre los años 100 y 800 DC) de los tres principales grupos culturales taínos que habitaron la isla: Ostionoides, Mellacoides y Chicoides. Según López y Jorge Ulloa, arqueólogo del Museo del Hombre y miembro del equipo de investigación, hasta ahora no se habían encontrado cerámicas de estos tres grupos en igual nivel de excavación;
por consecuencia, el descubrimiento provee nuevas informaciones sobre
la posible integración entre esas tres culturas y deja suponer que
pudieron convivir, fusionarse y evolucionar juntas en ese lugar.
Según López, la excavación obtuvo otro resultado excepcional: el descubrimiento de un campo con varios montones de tierra (3-4 metros de ancho por unos 50-70 cm. de alto) que eran usados por los agricultores taínos como base para las plantaciones y que se han conservado intactos (pueden fecharse a partir del 750 después de Cristo y haber sido utilizados tal vez hasta el año 1550). “Sabíamos que existían porque Bartolomé de las Casas nos relata que alrededor de los poblados los taínos tenían muchos montones plantados con maíz, yuca y otros vegetales y se habían encontrados algunos; pero nunca se había localizado en el Caribe un campo así perfectamente conservado” – expresó.
El equipo de investigación está conformado también por Abelardo Jiménez Lambertus, subdirector del Museo del Hombre, contando con la colaboración de Sara Gálvez y Cristóbal Burkhalter, arqueólogos españoles de la Universidad de Madrid, junto a Alejandro Selmi y Alicia Galarraga, arqueólogos venezolanos.
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