El primer modelo de esta marca fue el Zonda, que nació en 2001 y que ha ido cosechando éxito tras éxito en sus distintas versiones a lo largo de los últimos diez años, hasta posicionarse entre los coches más deseados, más caros y más veloces del mundo.
Dios del viento
El Huayra es la evolución del Zonda y los afortunados que ya lo han probado han quedado gratamente sorprendidos por la nueva apuesta de Pagani, por su rendimiento, velocidad, maniobrabilidad y derroche de sensaciones en la conducción. No es para menos, ya que el Huayra estuvo diseñado para los amantes de las velocidades límite desde su misma concepción. No en vano se le puso el nombre del dios del viento en la mitología aymara: Huayra Tata.
Para lograr el objetivo de convertirse en una referencia en el ámbito de los supercoches, el Huayra cuenta con unas credenciales muy claras. En primer lugar, materiales superligeros entre los que destaca la principal seña de identidad de la marca Pagani: la fibra de carbono, en este caso, reforzada con titanio. El peso total no supera los 1.350 kg.
Coches destinados al fracaso
Digno sucesor
Suspensión deportiva, una carrocería diseñada por el propio Horacio Pagani (el fundador de la marca) son otras de sus credenciales, aunque el verdadero espíritu que da vida a este superdeportivo es su motor Mercedes AMG V12 biturbo que rinde 700 CV y que le permite alcanzar una velocidad máxima de 370 km/h y acelerar de 0 a 100 km/h en 3,3 segundos.
Pero mucho más impresionante que su velocidad punta o su aceleración es su agilidad en carreteras más sinuosas, según afirman los prestigiosos probadores que han podido ponerse a los mandos del Huayra. Se trata de un coche grande, pero su ligereza respecto a sus competidores hace que, en las manos adecuadas, negocie las curvas con una soltura sorprendente.
La bicicleta más cara del mundo
Obra de arte
Un Pagani es mucho más que un coche. Es una obra de arte, bella y arrebatadora. Si muchos Zondas cuestan hoy en día mucho más de lo que sus propietarios pagaron por hacerse con ello, sin duda lo mismo ocurrirá con el Huayra. Y es que los Paganis, como las obras de arte, siempre se revalorizan. Aunque conducir un Huayra es, obviamente, mucho más emocionante que mirar a una pintura colgada en la pared.
El Huayra es la evolución del Zonda y los afortunados que ya lo han probado han quedado gratamente sorprendidos por la nueva apuesta de Pagani, por su rendimiento, velocidad, maniobrabilidad y derroche de sensaciones en la conducción. No es para menos, ya que el Huayra estuvo diseñado para los amantes de las velocidades límite desde su misma concepción. No en vano se le puso el nombre del dios del viento en la mitología aymara: Huayra Tata.
Para lograr el objetivo de convertirse en una referencia en el ámbito de los supercoches, el Huayra cuenta con unas credenciales muy claras. En primer lugar, materiales superligeros entre los que destaca la principal seña de identidad de la marca Pagani: la fibra de carbono, en este caso, reforzada con titanio. El peso total no supera los 1.350 kg.
Coches destinados al fracaso
Digno sucesor
Suspensión deportiva, una carrocería diseñada por el propio Horacio Pagani (el fundador de la marca) son otras de sus credenciales, aunque el verdadero espíritu que da vida a este superdeportivo es su motor Mercedes AMG V12 biturbo que rinde 700 CV y que le permite alcanzar una velocidad máxima de 370 km/h y acelerar de 0 a 100 km/h en 3,3 segundos.
Pero mucho más impresionante que su velocidad punta o su aceleración es su agilidad en carreteras más sinuosas, según afirman los prestigiosos probadores que han podido ponerse a los mandos del Huayra. Se trata de un coche grande, pero su ligereza respecto a sus competidores hace que, en las manos adecuadas, negocie las curvas con una soltura sorprendente.
La bicicleta más cara del mundo
Obra de arte
Un Pagani es mucho más que un coche. Es una obra de arte, bella y arrebatadora. Si muchos Zondas cuestan hoy en día mucho más de lo que sus propietarios pagaron por hacerse con ello, sin duda lo mismo ocurrirá con el Huayra. Y es que los Paganis, como las obras de arte, siempre se revalorizan. Aunque conducir un Huayra es, obviamente, mucho más emocionante que mirar a una pintura colgada en la pared.
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