LIMA. AP. Los científicos que buscan descubrir
las causas de las muertes masivas de delfines y pelícanos entre febrero
y abril en la costa norte del Pacífico peruano dicen que no hay
evidencia de que los dos fenómenos estén relacionados.
En cuanto a la muerte de casi 900 delfines, ésta aún es un misterio.
La mortandad en la fauna costera desató dudas sobre la capacidad de
Perú para proteger los recursos marítimos en una de las costas más ricas
y variadas del mundo.
Armando Hung, director de la investigación para descubrir la muerte
de los delfines, dice que las autoridades demoraron tanto en recolectar
muestras frescas de los tejidos de los animales muertos que se perdieron
pistas fundamentales.
Hung, un patólogo de la Universidad Cayetano Heredia, viajará el
mañana miércoles a la costa norte y recogerá muestras frescas de
delfines que permitan realizar un análisis más certero en el laboratorio
de biología molecular que dirige.
La recolección de restos putrefactos de los mamíferos marinos avanza
lentamente y provocó que el Ministerio de Salud pidiera la última semana
que la población se abstenga de visitar las playas, incluidas las de la
capital.
Patricia Majluf, bióloga marina y ex viceministra de Pesquería,
comparte con otros expertos la hipótesis de que la mortandad de
pelícanos está relacionada al inusual ingreso de aguas cálidas.
“Últimamente entran lenguas de agua caliente a zonas costeras y se
eleva la temperatura, y cuando sube la temperatura la anchoveta y otras
especies pelágicas se profundizan y se hacen no disponibles para las
aves”, precisa Majluf.
“Para una costa tan dinámica como la nuestra no es raro que ocurra.
Lo que pasa es que ha ocurrido al mismo sitio y al mismo tiempo (que la
muerte de los delfines) y entonces se ve feo, pero este tipo de
mortalidades se da frecuentemente en la costa peruana”, explicó.
Fernando Ñique, de 56 años y con cuatro décadas dedicadas a la pesca,
recuerda que entre enero y febrero observó varamientos diarios de
anchovetas que dejaron unas cinco toneladas en las playas de la región
norteña de Lambayeque.
“Después de eso no hemos visto ninguna anchoveta”, dijo Ñique,
presidente de la asociación de pescadores de Puerto Eten, una extensa
playa en la región Lambayeque.
Carlos Bocanegra, biólogo de la Universidad Nacional Trujillo, dijo
que al estudiar 10 pelícanos muertos la última semana descubrió que sus
estómagos estaban vacíos o tenían restos de peces que los pelícanos
normalmente no comen, lo cual respaldaría, al menos parcialmente, la
hipótesis planteada por Majluf.
Los científicos sostienen que los pelícanos muertos son en su mayoría
jóvenes, de tres o cuatro años, una edad en la cual no pueden
sumergirse a tanta profundidad en las aguas del Pacífico como lo hacen
otros de mayor edad.
Las temperaturas oceánicas en la costa norte están seis grados
centígrados por encima de su temperatura normal para esta época del año,
que es de 14 a 17 grados.
Bocanegra dijo a la AP que la última semana vio pelícanos hambrientos
“caminando por la carreteras” cercanas al océano Pacífico de la norteña
región La Libertad.
Añadió que la preocupación sobre salubridad pública por los pelícanos
podridos en las playas es válida porque estos rebosan de parásitos.
El biólogo recordó que entre 1982-1983 y 1997-1998 también se
registraron muertes masivas de pelícanos durante el Fenómeno del Niño
que calentó las aguas de la costa peruana.
“Observamos una mortalidad masiva en todo el litoral de Perú asociada
a las altas temperaturas del mar. Hubo muertes masivas de pelícanos,
piqueros y cormoranes guanay”, dijo.
En cambio, la razón de la muerte de los delfines todavía no se conoce.
Hung dijo que las pruebas de laboratorio han descartado hasta el
momento varias infecciones por bacterias, aunque quedan otros estudios
por hacer.
Sostuvo que el estado de las muestras con las que trabajó hacía
imposible descartar o corroborar la teoría promovida por el grupo
conservacionista ORCA, el cual considera que los cetáceos murieron por
efecto de las ondas de aire usadas para buscar petróleo en el fondo del
mar.
Carlos Yaipen, director de ORCA, dijo el martes que en 135 kilómetros
recorridos de febrero a abril realizaron 30 necropsias y hallaron
delfines con hemorragias y huesos rotos en los oídos y otros órganos
colapsados.
Añadió que “en exámenes de microscopía hallamos tejido graso con gran
cantidad de burbujas aledañas y hemorragias. Esto sucede cuando hay un
sonido muy fuerte en el tejido graso, en la grasa mandibular donde se
reciben los sonidos”.
Las autoridades dicen que no hay evidencia de que la muerte de
delfines esté relacionada con exploraciones de crudo en el lecho marino
que se realizaron entre el 8 de febrero y 8 de abril a cargo de la
petrolera estadounidense BPZ Energy frente a la costa norte.
La compañía asegura que no cree que los delfines hayan muerto como
resultado de la exploración, la cual consiste en disparar burbujas de
aire comprimido hacia el fondo del mar.
Científicos estadounidenses que han estudiado los efectos de armas de
aire comprimido sobre los mamíferos marinos consideran que los estudios
realizados hasta el momento no son concluyentes.
Los expertos sostienen que la filtración de agroquímicos o metales
pesados de la minería no debe descartarse, aunque en la costa norte
parece que no hay pruebas de que haya ocurrido algo de este tipo.
Raúl Castillo, director científico del Instituto del Mar del Perú
(Imarpe), dijo en el Parlamento que realizaron dos autopsias a delfines,
las cuales descartaron presencia de plomo, cadmio, cobre, pesticidas y
tres biotoxinas marinas.
Asimismo descartó la presencia de bacterias como brucella y
leptospira, que causan potenciales contagios a humanos, y adelantó que
está pendiente un examen encargado a la Universidad Cayetano Heredia
para buscar al virus morbillivirus.
Según los científicos consultados, las muertes masivas de delfines
han ocurrido en playas de varias partes del mundo, aunque el número de
delfines varados en el norte de Perú ha sido particularmente alto.
“Una de las cosas que sí sabemos es el descubrimiento de lo frágiles
que se han convertido nuestros ecosistemas”, dijo Sue Rocca, una bióloga
marina de la Sociedad de Conservación de Ballenas y Delfines, de
Estados Unidos.
Precisó que se ha establecido que los florecimientos de algas u otras biotoxinas pueden afectar a mamíferos marinos.
Juan Carlos Sueiro, un economista que trabajó en el gobierno y grupos
de civiles de protección costera, dijo que la mortandad resalta la
falta de preparación de Perú para responder a emergencias de este
tipo.
“Los recursos son escasos y en una situación como ésta no hay ningún
protocolo ni ningún equipo” listo para reaccionar, señaló.
El Ministerio de Salud monitorea las playas durante los meses de
mediados de año, y las bahías y otras áreas cruciales para la industria
pesquera son revisadas por una agencia de la División de Pesca del
Ministerio de Producción de Perú.
Pero eso es insuficiente para una nación tan dependiente de la pesca y de la harina de pescado, precisó Sueiro.
“Perú no tiene una política de gestión de territorio costero (y) es
probablemente el (país) más atrasado de toda la región”, dijo.
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